La tormenta - 2ª parte

Lo que nos dicen los espejos

¿Verdades y mentiras?

Es indudable que aquel que se tenga por guapo o por feo lo resuelve, a poco que tenga cierto criterio, mirándose en el espejo, pues esa superficie lisa dicen que no engaña... y sin embargo miente punto por punto, y lo voy a demostrar.

Todo lo que voy a decir es una obviedad, pero siempre es bueno aclararlo... pues, desde que Velázquez jugara con los espejos en el famoso cuadro de las Meninas para devolver una realidad artística que sin ellos no existiría, hay quien gusta de jugar a distorsionar la realidad empleando los espejos.

Las Meninas de Velázquez extendida
Las Meninas de Velázquez versión extendida en donde vemos lo que el autor no nos dejó ver

Así, el esperpento no es más que un reflejo de la realidad en un espejo curvo, ya sea cóncavo o convexo transformando la misma en una situación grotesca donde los defectos se acentúan y las virtudes quedan reducidas al más puro ridículo. Tal y como sucedía en "El callejón del Gato" en Luces de Bohemia de Don Ramón María del Valle Inclán.

Otro rasgo curioso de los reflejos producidos en un espejo es cuando el espejo está roto. En ese caso el reflejo resulta irreconocible con el foco origen del mismo pues las partes recomponen un puzle también deformado que confunde e inquieta. Esta imagen la encontramos en la gran película Alejandro Amenábar, "Abre los ojos". No, un cristal roto tampoco devuelve la imagen real.

Cuadro de mujer mirándose a los espejos
¿Muchos espejos nos dan una visión más precisa de la realidad o nos mienten más al acumular una mentira sobre otra?

Existe en el lenguaje literario formas de expresar las imágenes a través de ciertas figuras como la comparación, la metáfora o la metonimia tal y como nos enseñan desde nuestra más tierna infancia.

Si la comparación es cosa rústica en la que todos los elementos (reales e imaginados) están ligados por una partícula que las une (como), la metonimia - en sus diversas partes - sustituye los elementos, ya sea de forma parcial o total. Así si decimos "el lucero encendido en la noche oscura", apreciamos cómo la luna es sustituida por un lucero encendido.

Bien, tampoco dice la verdad de las cosas, la comparación, la metáfora o la metonimia como resulta evidente pues la luna no es más que una roca que orbita alrededor de la Tierra y del Sol, Dios sabe por qué,
Imágenes esperpénticas frente a espejos que distorsionan la realidad (tranquilo majo que no se te reconoce)

Metonimia, es conveniente decirlo, significa cambio de nombre y es un concepto tan antiguo que viene del griego helénico, si es que no existe de antes. Resulta curioso que, tanto la matemática, como la física o el lenguaje tienen formas de resolver esta problemática de modo que todo parezca lo mismo pero no sea en realidad idéntico. Y es que todas estas ciencias nos enseñan también que la identidad es importante.

Así, en matemáticas tenemos el concepto de la simetría que resulta evidente al contemplar el reflejo en el cristal, pues la imagen reflejada no somos nosotros, sino una mentira punto por punto transformada donde la izquierda es la derecha y la derecha es la izquierda. Definitivamente, el espejo no dice la verdad, así que si te tienes por guapo puedes argumentar al ver el reflejo y contemplarte feo que el espejo miente totalmente.

En un espejo roto, en el puzle resultante, no se nos reconoce


No me gustan los juegos de los espejos, pero me encantan las metáforas y el estudio de la simetría matemática, de esto va el relato que nos traemos entre manos: de metáforas, realidad, fantasía e imagen. Cada uno que vea la suya que yo tengo aquí por mío lo que abarca el mar bravío de mis dedos en las teclas blandas del ordenador. Saludos camaradas del metal, y que os guste el final del relato.

Ah un aviso, desconfiemos de los espejos si la imagen que refleja no es de tu agrado.


La tormenta
Segunda parte
Sue me miraba perpleja, pero como quedaba mucho trabajo por delante, recogimos los pesados bártulos y nos fuimos hasta el faro donde dormiríamos a resguardo.
  • ¡Esto es precioso! - Sue, estaba impresionada por lo recortado del acantilado que parecía, con su altura, estar a punto de devorarse a la isla con su faro.
Este se levantaba solitario y recio como un estilete que midiera el tiempo y amansara los temporales. Su ojo luminoso lo hacía un Cíclope que señala la frontera entre el bien y el mal, entre lo posible y lo imposible, entre un mundo y su inframundo. Como si dijera a las rocas y al mar: “Allende el faro, solo queda la supervivencia.”
  • Sí que lo es, Sue... Pero venga limpiemos esto y preparemos las cosas, la tarde de hoy y la madrugada son los momentos que tenemos para analizar la vida de estas aves.
A lo largo de la tarde fuimos en busca del lugar donde anidaban las Alcas Tordas y pasamos el tiempo haciendo anotaciones, fotografías y vídeos para describir el comportamiento de estos animales tal y como habíamos planteado en el guión inicial del trabajo de campo.
El juego de simetrías de las Lacerías de La Alhambra demuestra dos cosas: la cantidad de ellas que puede haber y lo aburridos que estaban por aquella época en Granada. Un conjunto muy bonito.

Era la época del apareamiento de los más jóvenes y su plumaje resultaba enormemente vistoso con su tono de brillante negro y las líneas blancas desde el pico al cuello que contrastaba fuertemente dándole un gesto agresivo a su rostro. De repente, la isla se apagó y un viento huracanado se levantó procedente del mar, el cielo se oscureció y un repentino aparato eléctrico empezó a dibujar cortinas de rayos fractales sobre el océano.
Una estampa prodigiosa que explicaba el extraño comportamiento de las aves cinco minutos antes de empezar, un paisaje infernal, atractivo y tenso que no pudimos contemplar pues era como si el cielo fuera a caer sobre nuestras cabezas de inmediato.
Sue y yo corrimos a refugiarnos al faro, bajo la lluvia incipiente que empezaba con unos goterones formidables que pasaron a hacerse trozos de hielo del tamaño de una canica en un cortos espacio de tiempo.
Entramos en la sala del faro que habíamos adecentado y cerramos contras y ventanas. El viento que se colaba por entre las rendijas de las mismas se dejaba sentir como el silbido amenazante de un delincuente que se sabe por encima de cualquier ley, mientras que los golpes del hielo en la ventana se mezclaba con el estruendo de los truenos.
Definitivamente, los espejos NO dicen la verdad

Sue y yo pegamos nuestros cuerpos para sacudir el frío y nos quedamos dormidos arrullados por los rayos y los truenos; el ulular amenazante del viento y los perdigones de hielo golpeando en la madera de las contras parecía el escenario de una guerra irremisible y violenta.
Tras unas horas de tormenta, esta cesó, dejando la humedad en el ambiente; un fuerte ruido procedente de la tierra nos despertó pues parecía abrir en dos partes nuestro suelo. Le siguió el ronquido de unas cadenas que se arrastran por la tierra húmeda, como si un centenar de personas caminaran con ellas sujetas a sus pies desnudos.
  • Nos dijeron que no saliéramos si pasaba esto. Que llamásemos al 112, ¿lo recuerdas? – Sue parecía nerviosa debido al inmediato cumplimiento de la profecía avisada por el taxista del yate que nos tiró al llegar a la isla como quien deja un fardo incómodo y molesto. Pero no le hice caso, nunca fui una persona demasiado prudente.
Me levanté de mi sitio y seguí al ruido hacia el otro lado de la isla donde una pequeña cala se abre en dirección a los acantilados más septentrionales. Allí encontré a dos barcazas que estaban trasladando dos enormes cajas.
Repito, los espejos NO dicen la verdad

Sue, que me siguió, hizo el gesto de comprender que aquello no debía ser muy legal. Así que nos acercamos y vimos que se trataba de pequeños paquetes envueltos firmemente. En un momento de descuido, me acerqué y pude verificar que el contenido era un polvillo blanco, en concreto cocaina.
La isla era un depósito de esa mercancía, un puerto de salida y de llegada protegido por el elevado acantilado, la distancia de un mar fuerte y las tormentas. Entre el personal afanado en la tarea se encontraba nuestro “amable” taxista del mar – tal y como se había presentado -.
Le hicimos caso, y llamamos al 112 para avisar a la Guardia Civil que se personó en el tiempo preciso, cuando las barcazas ya navegaban en dirección a los acantilados. Emplearon para la detención, un helicóptero y varias planeadoras. Fue un verdadero espectáculo ver volar sus luces azules y rojas en la persecución que duró unos minutos, nada más.
  • Ves, Sue.... Todo tiene una explicación científica. – El sol lucía nuevamente en lo alto con la idea de esconderse dentro de las aguas en poco tiempo en un anochecer que prometía ser hermoso y tranquilo; mientras tanto, devolvía el color al paisaje. Me introduje en el agua hasta la pantorrilla que estaba extraordinariamente caliente, como si se tratara de un manantial cálido o una burga. - Oye Sue, el agua está caliente, ¿por qué no nos pegamos un baño? - Sue se introdujo en el agua aligerada de ropa como yo y, de repente, oímos el sonido de la tierra como si se abriera en dos partes. - ¿Has oído eso?... - Mis piernas quedaron presas, como las de Sue... Algo las sujetaba con firmeza y, de repente, tiraron de nosotros... ¡glub!, ¡glub!
FIN
PD- Siento en el alma no haber salvado a los protagonistas, en otra ocasión será.

Esta realidad especular que puedes encontrar en toda ciencia tiene cabida en mis novelas, recuerdo que Dentro del Pozo sigue a la venta en CreateSpace Amazon. En breve, estará a la venta también La Extraordinaria Historia del Reino Prohibido.








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