El boxeador
De pobres diablos y la ciudad cosmopolita Toro Salvaje y los vientos de ciudad El boxeo, como los toros, es un tema siempre polémico. Y más hoy en día en que los temas políticamente correctos parecen comer terreno de forma inexorable y casi fugaz a las prácticas (deportivas o no) más atávicas del ser humano. Hablar de forma natural entre amigos de toros, boxeo o caza se me antoja un arduo tema de conversación en el que el esfuerzo por razonar desalienta de tal manera que casi prefieres no caminar por esos terrenos procelosos de las posverdades de nuevo cuño. No soy una persona que se pueda decir aficionada a ninguna de estas tres prácticas, ni asiduo a ellas, ni estudioso de estos temas; pero se me antoja que las tres responden a ancestrales y necesarios comportamientos del género humano. Prácticas que, a fuerza de ser imprescindibles, ha tenido que reñir con su propia naturaleza para ponerle límites, reglas y, cuando la ocasión era propicia, algo de arte. Hoy quiero hablar